
Si un día miras mi ciudad
y la ves sin azul, sin olas, sin niños,
sin un viento delgado y puro...
sabrás que yo no estoy allí,
ya no pienso en tu rostro,
ya no vivo en tu aroma,
ya no entiendo tu jardín.
Si miras mi ciudad
y los colores te saludan con un beso risueño
y las calles discuten para decirte un piropo
y el mar se viste con su mejor azul,
aquel de antes, cuando viajabas en barco
y tenías padres y música en la sangre y no rabia.
Alma, entonces, ya será demasiado tarde.
Si tuviera la oportunidad de conocer nuestra ciudad de escaleras desde
una perspectiva de ensueño, creo que preferiría llegar a ella en la
forma que nos propone Aldo Francia en "Valparaíso mi amor".
En medio de la noche, correría por un bosque, largamente,
desesperadamente, hasta que la madrugada nos sorprenda frente a un
territorio de belleza: nuestra ciudad vista de lo alto, poblada de viento,
de mar, de casas que desafían a las quebradas, de pobreza.
Luego, tomaría un trole cerca de "La Matriz" y buscaría los
ascensores que marcan el alma de los barrios. En Polanco, al recorrer
el extenso túnel; pensaría en el amor del padre que construyó aquella
torre para su hija.
En el ascensor "Mariposas", que pasa bajo una calle, indagaría en el
misterio que propicia las flores en las quebradas y que nutre de una
belleza salvaje a nuestra descuidada arquitectura.
Cerca de la Plaza Victoria, tomando el ascensor de Espíritu Santo,
pasaría a visitar a mi amiga Caperucita y me quedaría por horas en
nuestro museo a cielo abierto. Allí aprendería de Matta, de Antúnez,
de Balmes, de Roser Bru. (1)
Subiendo por Héctor Calvo, me detendría un momento a rendir homenaje
a los jóvenes acribillados en el vecindario, en el marco de una de
las últimas acciones militares de la dictadura.
De seguro, pasaría a abrazar a Fernando y Max, en el Museo de
Instrumentos Musicales de aquel cerro.
Al llegar a la Avenida Alemania, junto al Teatro Mauri, subiría
corriendo al comedor de Neruda. Me imaginaría bebiendo en esas copas
de colores y durmiendo una siesta, mientras mi alma insiste en mirar
el mar.
A la salida de "La Sebastiana", le dedicaría muchos minutos a las
piedras mágicas de María Martner, para luego tomar un bus marcado con
la letra 0, hacia la Plazuela San Luis del Cerro Alegre.
En aquella mañana infinita, visitaría el museo del más tierno de
nuestros adversarios, Lukas, el rostro menos cruel del fascismo. Caminaría con calma por Papudo y por el Paseo Gálvez, regresando al plan por Urriola.

En la Plaza Sotomayor, me pasaría a visitar nuestro ex Correo, actual
sede del Consejo Nacional de la Cultura y dejaría que mi alma
contemplara el edificio de la Primera Zona Naval (2), que fue nuestra
Intendencia y sede del gobierno popular en los veranos de nuestra vía
chilena al socialismo.
Por la tarde, contemplaría la ciudad desde su perspectiva marítima, en
aquellos botes que zarpan desde el Muelle Prat.
Allí, vería como la ciudad danza, como se mueve bajo la vista
cuidadosa del monte Aconcagua, como sonríe coqueta ante los ojos de
los marineros.

La primera y la tercera fotos,creadas por el lente mágico de Pamela Albarracín corresponden a imágenes del Cementerio de Valparaíso, ubicado en el Cerro Panteón.
La segunda foto, corresponde a la mirada de Vigilia, en su reciente retorno a Valparaíso.
El primer video, corresponde al reportaje de National Gegraphic sobre un posible tsunami en nuestra ciudad. Está allí para recordar que Valparaíso es provisorio, que se incendia, tiembla, se inunda y, lo más grave, es devastado por su propio pueblo.
El segundo video es un clip promocional que contiene "La Joya del Pacífico", de Víctor Acosta, la canción más popular sobre nuestra ciudad y que constituye la principal pieza de la banda musical de "Valparaíso mi amor".
El tercer video contiene la canción "Plus bleu que tes yeux", interpretada por Edith Piaf & Charles Aznavour. Es un mensaje en clave. Ella lo va a entender.
Se nota que falta la música del Gitano Rodríguez. La dejo en silencio, porque es demsiado hermosa para estas palabras llenas de caos.
(1) Suelo ver a Roser Bru y a José Balmes por las calles de nuestra ciudad. Llegaron niños en el Winnipeg, de la mano de Neruda, y su alma quedó prendida a nuestros cerros.
(2)Nuestra Ex Intendencia es un copia del "Hotel de Ville", el Municipio de Paris.