Dios según Miguel AngelMuchas personas me han escrito, pidiendo que explíque el título de este blog.A mi amiga Marcia Orell le causa un pequeño escalofrío que este espacio en el cielo se llame “Crecer sin Dios”, por la carga irreligiosa que conlleva.
Sin embargo, es un nombre que me gusta, porque habla de algunos de los elementos más arraigados en mi memoria y mi personalidad.
En efecto, la fe en un Dios omnipotente ha estado siempre ajena a mi conciencia. Mis recuerdos han estado siempre marcados por la duda y una cierta distancia escéptica hacia la fe dogmática.
Se suma a esto un sincronismo de niñez. En 1971, mi abuelita materna convenció a mi madre de bautizarme católico para alejar unas fiebres que me afectaban.
Me llevaron a la Catedral de Valparaíso y en medio de la ceremonia me arranqué causando un gran alboroto. A las pocas horas el edificio fue seriamente dañado por un terremoto y la pila bautismal fue destruida.
Sin embargo, ingresé a un colegio Católico – el mismo en que estudió Pinochet- . Allí había bastante tolerancia. No era obligatorio ir a misa ni bautizarse ni hacer la primera comunión.
Pero ocurrió que el único niño del curso que no hizo la primera comunión fui yo. Fue bastante fuerte para mis 9 años estar junto a mis 40 compañeros en todas las actividades preparatorias del rito y mantener a pie firme mi agnosticismo precoz.
A falta de medallitas en mi pecho, puse allí el rostro luciferino que venía con las botellas de "Casillero del Diablo". No era la idea adorar al ser de reacción, sino que realizar una choreza ante mis compañeros.
En la adolescencia, una de las travesura que recuerdo es haber persuadido a varios compañeros de curso para que se convirtieran al Islam y se arrodillaran rezando hacia La Meca durante los recreos. La zanahoria consistía en una recompensa prometida por un Jeque petrolero ultra millonario. Se enojaron bastante al saber que todo era una broma.
Bueno, siempre la reflexión sobre Dios, la creación del Universo, el origen de los libros religiosos y la psicología de la fe, ha ocupado un lugar en mi vida. Por eso consideré que la expresión “Crecer sin Dios” resulta apropiada para esta bitácora personal.
Les dejo a Khalil Gibrán hablando de Dios.
En los tiempos antiguos cuando llegó a mis labios el primer temblor del habla, ascendí la montaña santa y le hablé a Dios, diciendo: "Señor, tu esclavo soy. Tu voluntad oculta es mi ley y te obedeceré por siempre jamás".Pero Dios no dio respuesta y pasó de largo como una poderosa tormenta.
Al cabo de mil años, subí a la montaña santa y de nuevo le hablé a Dios diciendo: "Oh, Creador, soy tu creación. Del barro me formaste y todo te lo debo a ti".Y Dios no dio respuesta, sino que desapareció como mil alas veloces.
Y al cabo de mil años, subí a la montaña santa y le hablé de nuevo a Dios, diciendo: "Padre, soy tu hijo. Con amor y adoración me engendraste, y con amor y adoración heredaré tu reino". Y Dios no dio respuesta, y desapareció como la bruma que vela los montes distantes.
Y al cabo de mil años, subí a la montaña y de nuevo le hablé a Dios, diciendo: "Dios mío, tú eres mi meta y mi plenitud; soy tu ayer y tú eres mi mañana. Yo soy tu raíz en la tierra y tú eres mi flor en el cielo, y juntos crecemos ante la faz del sol".Y se inclinó entonces Dios sobre mí, y en mis oídos sonaron susurros de palabras de dulzura, y así como la mar abraza en su seno un arroyo, así me estrechó Él a mí.
Y cuando bajé de nuevo a los valles y llanuras, también allí estaba Dios.
Khalil Gibrán “El Loco, sus parábolas y poemas”.
José J. de Olañeta, Palma de Mallorca, 2001.
(Selección de Beatriz Colom)