Gonzalo Villar
Bordones
Los Oscar están a cuatro años de cumplir un
siglo. Se dice que el actor mexicano
Emilio “El Indio” Fernández posó desnudo ante Cedric Gibbons, diseñador
de la estatuilla de bronce bañado en oro.
Este 2025 presenta en la competición por
mejor película a cuatro obras que deberían trascender en la historia:
“Aún estoy aquí”, de Walter Selles; “En busca de Emilia Pérez”, de Jacques
Audiard; “Anora”, de Sean Baker; y “El Brutalista”, de Brady
Corbet. Cualquiera sea el resultado de la premiación, disfrutar de estas obras
es un ejercicio que empapa de humanidad y admiración por las actuaciones, la
prolijidad del artefacto visual obtenido y el resultado que logra fundir arte y
espectáculo
¿Por qué deberían trascender estas cintas?
“Aún estoy aquí”, por constituir junto a “Missing” un
magnífico retrato de la tragedia de las
desapariciones forzadas y la tortura en Latinoamérica. Ello, recogiendo la
alegría y los colores de Río de Janeiro, la maravillosa música del Canto Novo y
la poderosa actuación de Fernanda Torres, que hace de cada actitud y cada
mirada un poderoso testimonio de
realidad.
“Emilia Pérez”, de Jacques Audiard, por su propuesta de construir una Ópera para
Cine, una Madame Butterfly del Siglo XXI, en que los actores recitan, cantan y
danzan, sustituyendo el escenario por el estudio de filmación. No es un musical
en que los actores incorporan canciones y coreografías al estilo de “La novicia
rebelde”. En su dinámica la ópera prevalece, ampliando extensamente las
posibilidades del teatro musical. En este artefacto nuevo, la actuación de Zoe
Saldaña descolla por sus múltiples talentos de bailarina y cantante. Carla
Sofía Gascón, que oficia de actriz principal impacta en su itinerario de
transformación, pasando por los roles capo mafioso, gozadora turista, dueña de
casa y heroína de los derechos humanos.
Intuyo que la vociferación en contra de “Emilia
Pérez” emana del dinero de las mafias mexicanas caricaturizadas y sexualmente
provocadas en este film. Es una situación similar a la que sufrió Víctor Hugo
con “El Rey se divierte” y Verdi al adaptar dicha obra de teatro en “Rigoletto”.
“Anora”, una versión siglo XXI de “La
cenicienta”, nos retorna a la fascinación por el mundo de las cortesanas, que
encuentra raíces misteriosas en “La Biblia” y su reelaboración folclórica, alta
consideración en “La Comedia”, devoción en “La Traviata” (La extraviada) y un
meticuloso estudio de sus formas y estamentos en los textos de Proust. “Anora”
nos presenta a seres oprimidos y explotados en sus cuerpos, una bailarina
erótica y un matón de la mafia rusa, ambos desamparados afectivamente, salvo
por el recuerdo de sus cariñosas abuelas.
En un momento de fiesta, lujuria y borrachera,
Anora se casa con un “joven príncipe ruso” y cree haber ascendido al mundo de
la absoluta riqueza y por ende al estatus de “princesa”. Pero sólo es la fiesta
y la semana de placer en el palacio. De todo ello, únicamente quedó el anillo
(la zapatilla) y la amistad sexual con un muchacho de su estatus. La actriz
Mikey Madison
expresa con fuerza la psicología de su personaje y cruza sin problemas los
desafíos de las múltiples escenas eróticas. El joven actor ruso Mark Eydelshteyn,
expresa muy convincentemente el juvenil rol de príncipe que busca sin éxito
escapar de su cárcel de oro y dólares.
“El Brutalista”, que emplea con fuerza la
inteligencia artificial, destaca por su descomunal ambición que da forma a tres
horas de metraje. En la primera parte
prevalece el retrato de un ser humano que migra, un hombre judío, un arquitecto
de izquierda que despliega el atractivo de su cultura y su poder creativo, pese
a los embates de la guerra, la heroína y la discriminación. En la segunda parte,
prevalece el relato de la construcción de un templo. La tradición del
arquitecto que eleva un santuario ajeno a sus creencias y que termina refiriéndose
a la biografía de su familia y la experiencia de los campos de concentración. Encontramos
también la tradición shakespereana de la obra dentro de la obra.
En la
primera parte observamos como el atractivo humano del protagonista Lászlo Tóth
envuelve a su primo y la joven esposa de éste, y, en la segunda, observamos
como el millonario Harrison Lee Van Buren, va enamorándose del espíritu de Lászlo, hasta el punto de intentar
poseer su cuerpo.
En “El Brutalista”, la inteligencia artificial
y los adelantos tecnológicos nos permiten disfrutar de convincentes paseos en
automóvil, fotografías muy originales y el logro de un acento inglés con acento
húngaro. El abuso de estos adelantos es uno de los motivos que extiende la
duración de la película.
Por cierto, la actuación de Adrien Brody resulta
maciza y convincente, sin incurrir golpes de efecto llamativos. Con todo, a mi
juicio el empleo de la inteligencia artificial para dar más realismo a su
lenguaje, mina valor a su actuación.
Una línea importante de la película es su
abierto sionismo, mostrando que el único lugar en que un judío puede realizar
su espíritu sin restricciones es Israel, ya que ni siquiera en Estados Unidos
hay pleno respeto por su religiosidad.
El resto de las obras que compiten por la
estatuilla de mejor película, también son
valiosas: “Cónclave”, “Nickel Boys”, “La Sustancia”, “Duna: parte dos”, “Un
completo desconocido” y “Wicked” son también atractivas.
“Cónclave”, de Edward Berger es una entretenida
película que examina las visiones en juego, las tensiones y operaciones
políticas al interior de la Iglesia Católica. Su factura es muy prolija y el
empleo de la música refuerza muy bien los hechos que ocurren. La actuación de
Ralph Fiennes es magnífica y convincente. Es desconcertante la irrupción del “Espíritu
Santo”, que resta un poco de brillo a esta lograda película de suspenso.
“Nickel Boys”, de RaMell Ross, relata los
abusos hacia niños y adolescentes afrodescendientes en el Reformatorio llamado Dozier School of
Boys, clausurado el 2011, en que se han encontrado 55 tumbas clandestinas de
niños asesinados. El relato se ambienta en los años 60 y se vale de una cámara
que lleva al límite la subjetividad, enfocando por ejemplo: los pies, los otros
ocupantes de un vehículo y los demás comensales de una mesa. Una escena que me
quedó marcada es una conversación filmada desde el punto de vista de un personaje y luego desde otro personaje.
“La Sustancia”, de Coralie Fargeat es la última
vuelta de tuerca del Mito del Minotauro, pendiente de la rama de “Dorian Gray”.
Esta vez se nos presenta la idea de una mente en dos cuerpos, en que la
conciencia privilegia la juventud, hasta destruir la versión de mayor edad y
también a la joven. La película posee el valor de atraer al público del cine
grotesco y sangriento hacia temas de profunda tradición humanista.
“Duna: parte dos”, de Denis Villeneuve, es una película de aventuras con temática ecológica intergaláctica en que cobra
particular relevancia “La Hermandad Bene Gesserit”, una Orden Femenina enfocada
en acentuar los poderes psíquicos que suelen abundar en la mente femenina. Abre
la mirada a un unierso creativos que seguiremos recibiendo en el futuro. Es una
de las dos películas que Timothée Chalamet protagonizó este año con oficio y pulcritud.
“Un
completo desconocido”, de James Magold, se centra en los primeros años de carrera
de Bob Dylan. Es un biopic que abre muchos más misterios de los que revela. Tiene
la gracia de marcar los referentes creativos de Dylan y dibujar el Nueva York
de hace 60 años. Timothée Chalamet resulta muy convincente en su encarnación
del joven Dylan.
“Wicked”, de Jon M. Chu, conforma la primera parte de un binomio de
películas basadas en el musical de Broadway del mismo nombre y el libro en que
Gregory Maguire reelabora desde otra
mirada el clásico iniciático “El mago de oz”, de L. Frank Baum. Aquí se presenta
al Mago de Oz como un líder totalitario que interviene universidades, persigue
a los intelectuales y los diferentes. A su vez, presenta la fortaleza de la
Bruja del Oeste que empleando todas su energía se resiste a ser un instrumento
en las manos del Régimen de Oz. La actuación de Cynthia Erivo es soberbia. Su rostro
verde comunica con gestos y miradas, complementando a cabalidad los textos.
Ariana Grande, resulta es convincente al expresar la complejidad de su personaje,
Glinda, un ser capaz de transitar los caminos del mal y del bien mediante sus
decisiones.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario