Recuerdo mi infancia en Concepción
Juegos con Marco y Edgardo, mis hermanos
La dulzura de Inés, aquella luz de mi sonrisa[1]
El amor gigante de nuestra madre
Mi padre empujando libertades
Nuestro hogar fue un claustro de libros y música
Largas conversaciones
Anécdotas de mis tíos parlamentarios[2]
Vivencias de la Armada
Historias de hospital
Vibraciones emanadas del templo
Una luz de bondad en aquel hogar del sur
A nuestro Jardín del Pensamiento
Llegaba la juventud del sur
En mi gran cuarto de soltero
Celebramos el 26 de julio
Soñamos la insurrección de los humildes
La hora final del reformismo
pues Cuba brillaba en las almas
y no había tiempo para otro Catapilco
Otro bailarín González Videla
Otro engaño, acuerdo, retroceso
¡Que bellos almuerzos en casa!
Ferradita, Bauchi, Luciano y toda mi familia
Mi padre moderaba con mallete invisible
Marco abría ventanas a la historia
Un río de humanidad inundaba la mesa
En aquella inundación
me aferré a la emoción de ser en el prójimo
y busqué en el amor sus consecuencias
Así, lágrimas de otros corrieron por mis mejillas
El dolor de mi pueblo hirió los pilares de mi alma
Temblé a los pies del Lucero
Y en mi Alto Corazón
Sentí el deber del sacrificio
Mucho antes de los veinte años
Me uní a Sierra Maestra y Espartaco[3]
Desde allí construimos el Movimiento Socialista Revolucionario
En 1965, anhelos y el coraje del pueblo fundaron el MIR
Clotario Blest bendijo el momento
Una rosa nació en cada jardín de América
Nuestros cuadros ya se formaban en Cuba
Tras ello, convertimos el discurso en realidad
Creamos territorios insurrectos
Asaltamos bancos y robamos mercaderías
Repartimos alimentos
Otorgamos poder al que siempre estuvo indefenso
Con fuego y tortura pagamos nuestra osadía
Combatimos el Golpe de Estado
Estuvimos en el infierno
En nuestras almas resistió la aurora
Ascendimos la montaña sin tiempo
Volcamos nuestro viaje en la Luz
Calle Santa Fe, 5 de octubre de 1975
Nuestro hogar está rodeado
Somos cuatro resistiendo
Buscando cobertura de fuego y huir por los techos
Nos atacan con granadas y balas trazadoras
Carmen cae herida por esquirlas de granada[4]
Munición de guerra me arranca la existencia
Mientras caigo, veo a mi padre
Jaime Galté y José Miguel Carrera
Con sus manos forman un triángulo de luz
Protegen a Carmen y al niño que lleva en su centro
Yo cruzo la noche estrellada
Regresa la música de mi viejo hogar
Un alma serena me invita a caminar sobre el viento
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