Isaac no la nombra, salvo al dedicarle el libro
Ese sol inmenso no cabe en un nombre
Ni en la tarde del primer beso
Ni en los ojos de Alejandro
Ni en la piel tibia de Eloísa
En sus poemas
ríos de sutil intimidad
sereno amor
persistencia en la ternura
candelabros en cena de aniversario
Son cuarenta años
y podrían ser mil
dos seres abrazados en la luz
seres radiantes de cariño
un bosque de rosas
al que llamamos Amor.
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