Mientra caminaba ente la multitud
sentí que la fuerza había salido de mí
y pregunté a los muchos que me rodeaba
¿Quién ha tocado mi manto?
Ocurrió que entre el gentío
una mujer se postró a mis pies
y confesó su verdad
su sangre derramándose por doce años
la impotencia de los médicos
su fe en mi espíritu
su confianza en sanar al tocar mi ropa
el cese inmediato de su mal
Le respodí 'Hija, tu fe te ha savado. Vete en paz. Queda sanada tu enfermedad."
Así el espíritu roza su centro
La fuente de vida
El árbol que aún crece en el Paraíso
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