Pandora, de William-Adolphe Bouguereau · |
Dedicado a mi amiga Cony Manríquez Muñoz
y a todos los magos que apoyan a los niños
rescatando el valor de sus dones.
Aquí llegan heridos los marineros
Y a salvo del embate de las olas.
Recuerdan que no son cáscaras de nueces.
Sino seres de luz.
Gigantes saliendo de
un árbol.
Héroes de la tierra.
Oleaje que cruza el laberinto.
Benditas estrellas de miel.
Aquí llegan nuevas maestras de la tribu.
Invadidas por emociones.
Asediadas por el lenguaje.
Mundos con destellos de sus padres.
Líderes o víctimas de
redes.
Seres robados a un abrazo.
Abejas con máscaras
de furia.
Magas probando sus poderes.
Lágrimas que pronto son risa.
Actrices jugando a mentir.
Actrices gobernando sin fusil.
Los espíritus del lugar han formado un silencio.
Y en el teatro del mundo:
Al capitán le devuelven su espada.
Eleva el aplauso al artista.
Surgen caminos en
selvas de verbos.
Crece el impulso desde la rabia.
Fluye paz en el círculo.
Y en algunos días de triunfo:
retornan las flores al jardín.
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