Aquí lo humano es sagrado.
Lagartijas y colibríes lo saben.
Lo dice el canto engranado a los cielos.
Vibración de campanas.
Luz enseñando su fuerza.
Aquí se honra al tiempo.
Asisten horas y días.
Techo y comida al buen Cristo.
Belleza al cumplir la palabra.
Sencilla Virgen de madera.
Escrito, la tarde del 7 de enero de 2017, mientras Isidora y yo somos huéspedes del monasterio.
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