El poeta Raúl Zurita, retratado en Alicante por Pepe Olivares para El País. |
Al nacer ya hemos olvidado nuestra historia.
Olvidamos la luna como diosa de ancestros.
Cumbres cordilleranas.
Viaje en carabelas.
Ritos milenarios junto al fuego.
Tal vez por eso buscamos.
Limpiamos cenizas de incendios.
Volvemos a libros que ellos leyeron.
Sus religiones en templos de barro.
Niños que alzaron en sus brazos.
Al nacer, hemos olvidado nuestros crímenes.
Violaciones tribales.
Lanzas llenas de sangre.
El océano que arrasó nuestros poemas.
Al nacer, volvemos a caer desde el invierno.
Respiramos luz del firmamento.
Seguimos siendo agua y química.
Otro animal erguido en el bosque.
Este texto conversa con Raúl Zurita en:
Los nuevos pueblos
Y era tu cara el borde de estos cielos,
el manto mío de las estrellas.
Al mirar hacia arriba no vi nada
sino tu permanencia, las pinturas
de tu rostro, la deriva de tus antepasados
inundando las altas nubes. Esos
son los ríos que se abren.
En otro tiempo fuimos encontrados
y ya vivimos en las primeras células,
en los abismos de los mares,
en las primitivas danzas que el asombro
le ofreció al fuego.
Por eso somos ríos que se abren, brazos, cauces, torrentes arrojados de un agua única y primigenia
Nada se diferencia de lo que somos y nada de lo que es está fuera de nosotros.
Tú resumes las viejas tribus, las cacerías,
los primeros valles sembrados
y mi sed recoge en ti toda la saga de
este mundo. No son mitos,
el mito es la mentira:
que sólo existimos una vez,
que cada uno es sólo uno.
Todos viven en ti y tú vives.
Las olas del tiempo inmemorial
y las estrellas.
Oh sí manto mío de mis estrellas;
la noche te habla antes de sucumbir
al día, las grandes batallas perdidas,
el pasto de los antiguos clanes y de las tribus
remontando por nuestros cursos el corazón
de los caminos del corazón y tus tocadas praderas.
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