23 de septiembre de 2016

Anillo perdido en el equinoccio de primavera


Mi mano izquierda amaneció ligera.
Faltaba en ella  mi  historia.
Anillo de mi abuelo.
Vestigio  intenso de Prometeo.
Signo tenaz de una estrella.

Revisé cama y velador.
Ropa que vestí ayer.
Baño. Cocina.
Mis almohadas.
Extraños fragmentos del suelo.
Recetas y poemas de Elizabeth Bishop

Examiné la basura.
Pieza a pieza la mudé de  una bolsa a otra.
Volví sobre pasos del jueves.
Cajones  de mi oficina.
Consulta del cardiólogo.
Tránsito en Uber.
Sala de hospital.
Mesa quillotana de grandes pecados.

De pronto, me arrebató el miedo.
Me vi dormido  en el bus.
Sombra buscando  mi oro.
Delicados movimientos de un espíritu.
Joya lanzada hacia el invierno.

Mis esperanzas disminuyeron.
Huellas de su ausencia gritaban en mi mano.
Me  hundía en malas sensaciones.
Habilidad para perderlo todo.
Ser casi un extraño en el mundo.

Pero  la joya retornó.
Sus pies invisibles estaban llenos de barro.
Respiraba agitado.
Cansado de fracturar el silencio.
Viajar de memoria en memoria.
Cruzar hechizos de ausencia.
Buscar  refugio  en  mi horizonte.
Alzar y honrar  la primavera.





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