Una bofetada en el rostro le has dado a mi hija
y su mirada tan linda ha doblegado
tu asalto.
Con el puño atacas su
cráneo
y sólo su llanto responde a tu rabia.
Con tu boca feroz maldices
su aurora
y su pulso de amor es la
paz que perdura.
Ay , Bernarda Penroz.
Quisiste que Isidora fuera
un ser de odio y ella se negó a
serlo.
Quisiste que traicionara su conciencia y la niña eligió la textura de lo
justo.
Quisiste que fuera cruel
y a sus ocho años,
mi hija eligió su verdad,
intuitiva confianza en la ternura,
fortaleza de su
espíritu ante el mal.
Fuiste golpe y horror sobre mi hija.
¿ Y qué te queda ahora?
Ya tu alma ha heredado el destino.
Ya el poema ha
marcado tu frente.
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