Amanece
Abrimos cuatro puertas
y descendemos cientos de peldaños
para confiar la sonrisa de Isidora
a nuestra Hadda y su bus amarillo.
Regresando a casa
seguro en su propia selva
hay un tigre trepando
hasta mi esfera.
Ruge
y salgo despavorido
me ovillo en un sitio oscuro
escalo murallas
busco hacerme invisible
un halo de música
sobre la piel azul del gigante.
Cierro los ojos
traspaso cuatro puertas interiores
y el gato escapa de su terror
corriendo de regreso a la calle.
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