Llegamos los muertos a defender el silencio.
Estamos diluidos en la aurora
serenos en el poder de la acacia
extendidos en la tierra
numerosos como sonrisas del viento
numerosos como ojos del cielo.
Llegamos a medir
el temor de la carne
perdonar la soberbia
devorar las miradas
incendiar el tiempo.
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