No Luz, sino un silencio
tan extenso como las piernas de la muerte
aunque el sol divida su alegría
y el viento contenga nuestra pena
como un eco bendito de tu boca.
Extrañamente, este texto conversa con la poeta nofrteamericana Sylvia Plath en:
No Dios, sino un esvástica
tan negra, que por ella no hay cielo que se abra paso.
Cada mujer adora a un fascista,
con la bota en la cara; el bruto,
el bruto corazón de un bruto como tú.
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