Bendita muchacha, claro silencio,
álzate desnuda de la tierra, rescátame,
canta,
déjame mudo con tu boca,
mírame desde tu raíz de hembra,
báñame en el clamor de tus olas,
dame tus copas poderosas,
márcame con tu sangre,
siembra tu triángulo en mis sueños,
déjame respirar tus aros y tu ciudad de piedras,
y enciende el candelabro en nuestros cuerpos.
Este texto conversa con el poeta sefardí Semuel ibn Nagrella (993-1056) en el siguiente poema homoerótico:
Hermosa gacela, bendición enviada del cielo
en la tierra, sácame de la trampa. [de la pasión]
Sáciame con la caridad de tu lengua, [saliva]
como una jarra llena de buen vino.
Tú prevaleces sobre los héroes, y no con armas,
y sobre espadas, sin un ejército.
Curas al herido de muerte sin medicina
o curación alguna de la herida.
Dime, ¿hay un fin a tu vagabundeo [de hombre en hombre]
y por cuánto tiempo? ¿Cómo, oh cómo,
Puedes estar entre amigos y fusilarlos
con tus flechas y tu arco tenso?
Te regocijas en sus males, como un enemigo -
¿por qué alguien como tú hace esto?
Aquí canta Yamín Levy.
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