La casa deshace los pasos
y ellos muerden el tiempo.
Más allá, la niña mira la puerta.
Nadie espera.
La casa guardará las espinas del jardín
los peces bajo la mesa
la mirada de la niña que no estará
que recordará ese día
cuando cantaban los grillos
las ventanas agitaban su vuelo muerto
y ella, de espaldas, lloraba la huida de sus trenzas.
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