Sonreías cuando te comenté la idea
y una vigorosa aurora asaltó tus mejillas
al tiempo que un tibio rocío
comenzó a bajar por tus piernas.
Pronto llegaron gajos rojos y verdes
claridad iluminando tu claustro
miel corrompiendo sabores
mis dedos jugando en tus pliegues
divino licor en mi boca.
Bebí hasta enloquecer de deseo
nacer como toro en tu sangre
alumbrarme en tu cuerpo
saborear tu magia
3 comentarios:
Absolutamente embriagador...
Abrazos.
Besos y uvas y miel... No cabe una combinación más sabia. Besos, querido amigo.
Hola, vengo del FB de Paul Cabal que recomienda tu blog. ¡Lo bien que hace!. Te felicito.
Me hago tu seguidora, y te invito a conocer mis sitios. Será un placer verte por allí.
Un abrazo desde Ciudad de Buenos Aires
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