La reforma constitucional que facilitó el paso de congresistas al Gabinete Presidencial ha detonado una presión adicional por la remoción de ministros.
Para aprovechar el posicionamiento comunicacional y el poder real que brinda un Ministerio, los parlamentarios están naturalmente tentados a presentar zancadillas a los Secretarios de su propio Presidente.
Y esto produce todo un tiraje a la chimenea sin necesidad de “invertir” en elecciones, el dirigente del partido se viste de parlamentario, el diputado emerge como senador y va circulando el aire en la autodenominada y siempre ambiciosa “clase política”.
Ahora, cuando esto se combina con el alzamiento de los indignados y la sempiterna guerrilla entre fachos y muy fachos, la cuestión de vuelve grotesca y reveladora del verdadero motor de la actividad política: la ambición de poder.
Sale un facista y entra un opus dei? o vice versa? o todas la anteriores...? UN legionario tambien puede ser, un torturador, un complice o un asesino tambien. No hay limites...
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