Niña en las altas nubes,
en las olas nuevas del mar,
en la lluvia amable
de septiembre,
los ojos de Gabriela,
la escuela de Zaratustra,
Horacio y Mahavirá.
Niña en los brazos de Buda,
valles de boldos y coipos,
campos de flores naranjas,
hombres en bicicleta y caballos,
agua que sale a cantar.
Niña que corre y manda,
flaquita cubierta de abrazos,
ángel de mechas doradas,
espíritu del viento marino,
memoriosa de otros planos,
alma que sabe bailar.
Maia Gea, hija de mi amiga Gabriela Krisam, tuvo un accidente y se sacó una uña. En éstos días, su mamá la cuida y yo le escribo.
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