La música evocada en el libro
▼
27 de septiembre de 2010
Circe
Dormía, cuando el espíritu de la noche
me tomó con su mano gigante,
llevándome a la isla de Ea.
La bruma y el tupido bosque
hacían de mi espacio
un universo ciego.
Horas estuve
trabando amistad con las serpientes
que pendían de las ramas,
con los finos dientes de los roedores,
con el alma húmeda de las plantas.
De pronto, escuché pasos
y sentí los ojos verdes de Circe
iluminar el sendero
como feroces lenguas de fuego.
Vi a los muertos rompiendo
sus tumbas para responder
a su llamado; observé los
hongos reluciendo en sus manos;
sentí el mar retrocediendo
y gimiendo;
probé las lágrimas de la Luna,
herida por la voz tremenda de la hechicera.
Junto a su casa de piedra
en el claro del bosque,
Circe trazó el círculo de sus poderes
y me ordenó entrar en él
junto a Ulises y Medea.
Poderosa,
abrió su majestuoso libro,
encendió el rubor de los cielos
y extendió su copa a mis labios.
Sin miedo,
inmunizado por el cáliz de la amargura,
bebí hasta la última gota
de aquel licor negro,
viscoso y con sabor a tierra.
Vino entonces la aurora
y Circe,
despojada de sus negras ropas,
me extendió sus brazos
en señal de bienvenida.
Limpia de rostro y clara de deseos,
me pidió un hechizo aéreo
para completar su poderes.
Honrado por su ruego,
le extendí mi más certero canto
e imitando el trabajo del rocío,
picado por el aguijón del astro naciente,
me diluí como vapor en el éter
y retorné a mi cálido lecho.
En la imagen, proveniente de Wikipedia, se aprecia a Circe en la imaginación de Waterhouse.
felicitaciones
ResponderBorrarun poema redondo!!
besitos de luz
buen lunes:)