Tu, que besaste el labio azul del condenado
y cediste al volátil mercurio del crepúsculo,
cavando poemas en la cárcel,
jugando dados con Orfeo,
llenando tu esfera de música,
junto a mesas llenas de libros
y relojes que marchan hacia el invierno.
Tu que anduviste el camino de Swann
y tomaste las manos de Dmitri Shostakóvich,
cargando la claridad de Quilpué,
tus pesados abrigos,
los alfiles,
tu rostro de eremita,
los pulcros expedientes,
el hilo azul
que ata la tierra
y las almas.
Tu, que escribiste para los atrapados,
quijotes enloquecidos en su gabinete,
melómanos gateando en los salones,
amantes de discos,
monarcas del jazz,
profesores de lentes
y bolsos de un gastado cuero.
Tu que fuiste el mejor enfermo,
hombre recto de la lana,
ciego en país de ladrones,
clérigo laico y sexuado,
espíritu en un bosque de silencios.
Tu que mueres y te expandes,
habitas invisible en los océanos,
las anchas mesas de las bibliotecas,
las humeantes tazas de te,
los nuevos territorios
de maderas, metales y cuerdas.
La imagen proviene del blog Poetas en Valparaíso.
Ayer me llamó Claudio Zalazar, para comunicarme que el poeta Rubén Jacob ha muerto.
ciclos que se cierran
ResponderBorrarciclos que comienzan
el cuerpo da paso a la savia nueva
mas, sus verss no mueren
ellos viven perennes en su sitial
besitos de luz
No lo conocía. Pero que se vaya un poeta siempre es muy triste.
ResponderBorrarVivirá en su poesía . Tu tributo es hermoso
ResponderBorrarAl menos los poetas nunca mueren del todo, porque dejan su obra inmortal. Viviran mientras haya otro que los recuerde y les brinde hermosos homenajes como este.
ResponderBorrarBuenas noches
Bisous