
Un siglo,
cientos de hombres
golpeando las puertas,
levantando sus espadas,
bebiendo el mismo cáliz,
hiriendo sus mandiles,
viajando al centro de la tierra,
libres como el aire,
mínimos y equivalentes
ante la gran conciencia,
hijos de la misma luz.
Seres fulgurantes como estrellas,
obreros de todas las bellezas,
misteriosos como un símbolo,
humanos como el error y la pena,
grandes enemigos de la miseria,
discretas luces de esperanza,
guardianes de solsticios,
educadores,
almas y manos de paz.
Múltiples rostros de Hiram,
bosque de acacias
donde descansa el perseguido,
se talla el futuro,
se escucha,
se abraza,
se escucha,
se conserva y difunde el amor.
Poema dedicado al prmer siglo del Taller Independencia de Valparaíso.
La imagen es de Sebastián Utreras.
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