
Soñé que caminábamos sobre los techos de Paris,
íbamos de paseo y excursión,
con Carolina y Pedro,
los niños dorados del puente,
y muchos otros delfines
de ojos anchos
y almas transparentes.
Gabi se detuvo a cantar en Saint Sulpice,
tomamos desayuno
sobre las columnas de La Madelaine.
Encendimos luces
en la Torre Norte
de Notre Dame
bajo el suelo de Saint Denis,
en el espacio místico
de la Saint Chapelle.
Descansamos en la terraza solar
del Mundo Árabe,
cerca de la librería
Shakespeare
y el ángel armado
de Saint Michel.
Miramos la noche
desde lo alto del Louvre,
en los hombros de la Ópera,
la Bolsa y el Panteón.
Al amanecer,
lloramos junto a la tumba de Voltaire
y salimos en bicicleta
hacia la Basílica de Montmatre.
Nos reímos mucho
al subir por las escaleras
y recordar las aventuras de la jornada,
los chistes de Pía,
los comentarios de Cony y Aulikki,
los abrazos de Carlita,
la voces inspiradas
de Marcia e Ida.
No pude ubicar al autor de la fotografía, muy reiterada en la red.
Nota: Ahora entiendo el sentido de las gárgolas y su vano intento por detener nuestra invasión.
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