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Antes de mi nombre, de mi cielo
y de mi estrella, fue la Gran Luz,
la que ilumina sin brillar,
la sin causa, la gran energía.
Más que buscarla, la siento,
escucho su música en mi alma,
miro su alegría en otros ojos,
observo su fuerza en el mar.
Tengo memoria de otra estrella,
del salitre, de las altas cordilleras,
de los días en que aprendí a desplazarme,
del templo que hizo mi abuelo bajo la mesa.
En la imagen, mi ahijada Sofía Moraga Ríos, a quien dedico este poema.
1 comentario:
Muy bonito Gonzalo.
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