La música evocada en el libro

10 de marzo de 2010

La Cómoda





Después del terremoto compré una cómoda de lingue,

manillas de bronce, cajoneras amplias, espejo de plata.


Hece cien años,

el mueble nació de la lluvia

en las regiones australes.

Carpinteros anarquistas

lo modelaron sobrio

cálido, limpiamente alegre.


Mis abuelos reflejaron

ese espacio y lo hicieron sagrado,

palparon esas tablas,

guardaron allí sus cartas,

sus mandiles, sus anillos,

los dibujos de mi padre.


De niño jugaba bajo sus maderas,

escondía juguetes en sus rincones,

olía sus fantasmas, lo creía una casa,

un castillo, una nave de mi alma.












En las imágenes, una Fraternidad de carpinteros parisinos frente a su Restaurant. Alguna vez lo visité y quedé admirado de sus tradiciones. Me habría gustado almorzar allí con mis abuelos.

3 comentarios:

  1. El texto suena añejo
    con solera
    de talla melancólica
    como si de sentimientos
    estuviera hecha la madera.


    Un saludo y gracias por tu visita


    Lala



    P.D. He estado leyendo tus textos después del terremoto...Son muy duros y conmovedores. Ha sido terrible, y lo será por mucho tiempo.

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  2. Un poema realmente bonito.
    Ah, yo ahora estoy aprendiendo a crece sin Dios, aunque cuesta, se piensa que aún soy menor de edad.
    un saludo.

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  3. Melancolía al leerte.


    Abrazos.

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si discrepas conmigo, me enriqueces.