
Eres un poema,
nombre preciso de Dios,
mirada y juicio del hombre,
rumor de lluvia,
señora del viento,
voz que rompe mi pena.
Tardé en seguirte,
temblé y ya no estabas,
nada había de tu ropa blanca,
tus discos, tus hospitales.
Bajé al pequeño bosque
a buscar tu tumba,
los restos de tus ojos,
algo que hablara de ti.
Nada encontré,
Nadie sabía de tu alma,
ni siquiera el sol de primavera,
la ciudad de Granada
o el largo agonizar de este verano.
En la imagen: "Mond Guter Dinge", "La luna está de buen ánimo", de Max Ernst.
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