18 de marzo de 2010
Dentro del Espejo
Podemos entrar en el espejo,
los obreros azules solemos hacerlo,
levantamos torres en un poema,
nos abrazamos con Próspero,
somos novela, ramo de espigas,
hermanos reunidos en círculo,
acacia que late en el bosque,
pequeña piedra lanzada al mar.
Podemos vivir en un mundo de delfines,
hacernos pequeños en un cuarto oscuro,
cruzar las puertas del solsticio,
formar un coro, una danza,
ser la mano que guarda y extiende la luz.
También podemos mirar el espejo y pasar de largo.
Cerré mi libro “Landmarks” anotando: “el alma no se mira a si misma en un espejo, sino que en un poema, en un templo, en un símbolo”.
Ahora Sonia T., nos dice: “Es la literatura un infinito espejo que nos refleja los unos en los otros, un cordón de vivencias, anudadas por imágenes corredizas de un devenir sin tiempo”;
Esta amistad de ideas gatilló en mi el poema de hoy, en base a algunas inquietudes que hace tiempo rondan en mi cabeza sobre la relación entre arte y francmasonería.
El eje de estas nociones es que podemos incorporarnos a una obra de arte persistente como náufragos llevados por Ariel a la isla de Próspero en la dinámica de “La Tempestad”, como una Alicia que entra a su espejo.
Esto coincide con mi decisión de formar la “Fundación Tempestad” para ayudar a que el mundo de las artes pueda abrazarse con los pueblos, para que las multitudes invadan sus espejos, tal vez siguiendo la fuerte luz que brilla en el pequeño cristal de los Arnolfini.
En la imagen, "El espejo de Alicia", obra de Sebastien Servaire.
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3 comentarios:
Buen poema. Lo bueno, o malo de un espejo es que no engaña. Yo lo definiría como: Fotografía sin Photoshop.
Hermoso poema. Y muy acertada tu idea de esa fundación. Espero que vayas dando noticias de ella. Un abrazo enorme.
Muy buena propuesta a la fundación.
En cuanto al espejo, siempre le huyo.
Abrazos.
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