En mi casa
hay un recinto lleno de conejos blancos,
usan mandiles rojos,
fuman pipas,
aman el te en los bulevares.
Pobres animales,
discuten, beben whisky,
agitan el hielo con sus dedos,
escuchan a Satie y Bartók,
van de compras, comen carne.
Tienen piel que huele a humo,
llevan siempre sus condones verdes
rezan, apuestan,
van al Derby en días de sol.
Mis conejos maldicen,
cocinan, escupen,
deben millones en el almacén.
En la imagen, una ilustración del conejo blanco de Alicia en el País de las Maravillas.
Este poema está asociado al conejo que Isidora dice ver en nuestra casa.
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Ese conejito de Alicia, de aparente inocencia, siempre con prisa, que no saben que retrasaron la hora y son las cuatro.
ResponderBorrarMe gustó.
En mi respuesta auno de tus comentarios y por si no te ha llegado, te decía que cómo me gusta Valparaíso,qe si no fuera por mi pánico a los aviones, ya la habría visitado. Este año acogéis el congreso de Lengua española, no?
Un abrazo desde Barcelona.
.
ResponderBorrarEs que los niños suelen ver, con ojos sorprendidos, cosas, que los adultos normalmente obviamos.
ResponderBorrarUn saludos desde otra ola
Gracias por tu visita, Gonzalo.
ResponderBorrarConejos blancos fieramente humanos;-)
Un saludo.
conejos.. coelhos
ResponderBorrarbrancos...
livres...
e que fumam pipas...
abrazo serrano