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Vengo de la más bananeras de las repúblicas,
la que parece limpia y lleva el rostro de la muerte,
la que no tiene sueños, la que pierde siempre.
Vengo del lugar en que el azul ha muerto,
donde nadie tiene hermanos,
donde no decimos: “yo pienso”, “yo espero”,”yo
sueño”.
Vengo del sitio en que la libertad se finge,
la justicia es falsa y lo demás se vende.
Vengo del reino en que la tierra tiembla,
los colores faltan y el dolor se extiende.
Vengo de Arauco y de Chile,
donde todo es calma, donde nadie siente.
Nuestra transición a la democracia. Aquella que construimos desde la movilización, la barricada y el voto, ha tenido como gran virtud su carácter pacífico.
Como gran costo, hemos debido asumir la necesidad de coexistir con amplios sectores del país que desprecian los derechos humanos, validan la tortura y hacen de la discriminación una forma de vida.
Y, claro, en ese marco de delicada convivencia, decir yo opino, yo creo, yo siento, se torna un peligro y luego una omisión permanente.
Así se renuncia a la hombría (1), así se destruye la libertad.
Es como vivir en Alemania cohabitando pacíficamente con los nazis, acordando con ellos las leyes, leyendo sus diarios, trabajando en sus empresas. Sintiendo el aliento del fascismo en cada rincón.
El Poema proviene de
Prófugos de un Aguacero Azul. Fue escrito durante una larga mañana de caminata por Brodway, meses antes de la elección presidencial de 1999, cuando todos los muros de nuestro país estaban pintados con el dinero amarillo y azul de la UDI.
La foto nació de la mirada de
Pamela Albarracín y está cargada del cansancio y del silencio de una generación llena de miedo.
(1) Me disculpo por emplear el término patriarcal "hombría", pero creo que expresa adecuadamente la idea que se pretende comunicar.