Este mediodía estuvimos con Paty y Luz, almorzando con Isabel Parra.
Estuve feliz de beber de su copa, copuchar de la poesía, del arte, de la política.
Ella es bajita y linda, como una abuleita sabia y poderosa.
Ahora voy a juntarme con Gaby.
Ella me preguntó aquella noche de tormenta, en que murieron tantos:
¿Viene tu libertad acaso del cielo, vino del fondo inexpolorado de tus ojos;
allí donde no caben las excusas y se llenan de montañas las ideas, en la consecuencia
taciturna de la tarde, que entecede al pabellón de mis delirios?.
Me gusta Gaby cuando habla, me gusta cuando dedica sus labios a mi boca, me gusta su
soñar.
Extraño su olor de naranjas y sus poemas de mujer nueva, impúdica, verdadera.
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