Hay en mi alma una revista de silencios
luego el viento golpeando las ventanas
árboles que arrastran las olas
faros demolidos por el viento
rocas que conducen los demonios
Gonzalo Villar creando nueva poesía.
Hay en mi alma una revista de silencios
luego el viento golpeando las ventanas
árboles que arrastran las olas
faros demolidos por el viento
rocas que conducen los demonios
Mi esposa canta
Toma desayunos generosos
Es adversaria de la guerra
Ella firma testamentos
Camina descalza sobre Recreo
Es generosa en lo grande y avara en lo pequeño
Maestra de cazuelas
Orfebre
Panadera
Bailadora
Entendida en crochet
Y ciertas teologías de milagros
Hoy elegí el libro de la vida
Fedón
Atenas justo en la Caverna de Carola
Huasco
Nuestro Cristo de Elqui
Mis hermanos cristales
Olivos a uno y otro lado de la ruta
Mis pies sobre la tierra
Sus marcas son el inicio del camino
Mil estrellas observan
Lo mismo el búho y el chincol
La piedra verde de este cerro
El agua que asoma su cabeza desde el arroyo
Felices los embriagados de pasión
Su camino no conduce al nirvana ni a la luz
No es dulzura ni alegría
Es, a veces, la euforia de vivir
A las ocho tenemos reserva en "La vinoteca"
Me faltan flores
Mis besos están curvos
Mi boca no sabe asir las copas
Unos dulces ácidos reemplazan a los chocolates
Vestiré de celeste y gris
perfume
zapatos de viento
gafas granate y una joya de plata
aquella llave de sol
que sus manos empujaron a mi viaje
Pediré una copa de vino y una tabla de quesos
Tal un tiradito limeño
De seguro un postre
Agua de aperitivo
Oporto para endulzar sus labios
Pienso en Olaya Vicencio
Su madre tan buena
Alegría de su padre
Las pieles de ambos
inundadas de sol
Lo siento, tuve que recurrir al fuego
Empujar a Martín hacia su alma
Obligarlo a escuchar su silencio
Forjar los metales del ius
Parirse a sí mismo de nuevo
Mi boca no cabe en tu boca
Mi ojos no pueden bañarte con miradas
Tengo una serpiente en el cuello
El sol me calma y me sana
Camerati está en el Café Pistaccio
Ma llama y me hace señas
se ocupa de mis rostro y de Isidora
avatares del griego
aquellos caminos de Quintero
remedios y cuidados de mi luz
Pueblo los silencios del IST
La ausencia de Isidora
Me asomo a un accidente del trabajo
Mi cabeza en el scanner
Sople
Apriete fuerte
Firme su alta y su día de paciente
Busco el sol en Quintero
Cierta malta con huevo
Un laberinto en su hospital
Mi cabeza en el vaivén del bus
Mi cuello enhebrado al dolor
Busco lunas en Quintero
La Casa de Diego Portales
La compañía de mis abuelos
Otro Chile, antes del que ahora nos abraza
Carola posee las llaves
Isidora porta las suyas con cariño
Yo las llevo en las entrañas de una cinta
Los cardenales las emplean en Roma
y tras la gran puerta discuten
rezan
buscar acertar en el espíritu
Camino por Recreo
Acaricio cabezas de las olas
Escucho rezos de la luz
Recibo vientos de otros mudos
Claridades del tiempo
Corceles secretos de la noche
Veo en el cielo tu nombre
Inmensa claridad de la luna
Gobierno del silencio
Palabras del Talmud
Mi elogio es para la piel del sol
Este verano hecho de papel
Nuestra duna junto al mar
El cielo que habla en mi conciencia
En mis cuadernos brota agua
Muchas serpientes se acercan a las hojas húmedas
Celebran una fiesta con sus cascabeles
Escriben sus secretos en mi piel
Pienso en Masita Rica
Sus empanadas de pino construidas con soya
Alimento patagónico, sano, delicioso
Espíritu verde del 18
Obra crucial de Julio González
Hoy caen piedras desde el silencio
Espadas de fuego
Helicópteros repletos de calumnias
Tetera habitadas por sombras
Recibo del sol sus maravillas
La precisa escritura del cielo
Nuestro viento de enero
Reflejos del volcán en el agua
Nada puede borrar esta unión
Aquella música que nos cruza palpitando
Nuestra sangre mezclada
Tus ojos abiertos en mi alma
El error es perder la fe
Aceptar el fin del camino
La noche infinita
La ira como un volcán imparable
Encontré en tu piel mi morada
Me hice silencio en tu pulso
Latido en tu plegaria
Presencia en tu soñar
No dejes que el domingo
se quiebre en tus brazos
acepta tu corona de estrellas
esta matriz del derrumbe
la ira hundida en su tumba
En cada rincón un silencio
Un idioma perdido
Las cumbres de mi estrella
Mi mano cubierta de tiempo
Seré el rito azul de los nombres
La palabra abrazo
Aquella alfombra en que descansa tu cuerpo
El libro en que vuela tu alma
La honestidad enferma de silencio
En realidad de miedo
Comodidad
Fuerte prevalencia del ego
El tiempo se arrastra en los campos
Está famélico en Chasiv Yar
Cerca de allí murmura canciones de cuna
cava su tumba
Empuña armas y se dispara en los brazos
En sus mil cabezas
En el único centro de sus millones de almas
En sus ojos que son niños en ronda